jueves, 30 de octubre de 2014

San Francisco: Leyendas e Historias detrás de sus paredes de piedra




A lo lejos se distingue una iglesia majestuosa, imponente y rústica. El sol cubre la fachada, las paredes se aclaran como si la luz jugara coquetamente con las mismas.  Las palomas alzan el vuelo sobre las cabezas, mientras a lo lejos se distingue a gente indígena, comerciantes, niños que limpian zapatos y adultos mayores que piden caridad a las afueras de la iglesia.

Un aire tétrico invita a pasar. En sus paredes cuelgan cuadros religiosos y figuras católicas que no despegan las miradas hacia los visitantes como insentivo a que conozcas su historia y tradición.

La plaza de San Francisco, imponente y bella, es una de las reliquias arquitectónicas más grandes de los centros históricos de América Latina. Allí se desarrollan  hechos fundamentales para nuestra historia como programas, festivales sociales y culturales por parte del Municipio. 

Para Pablo Rodríguez, administrador del convento y museo de San Francisco, los estudios arquitectónicos y los planos originales del templo fueron sometidos a diversos cambios a lo largo de los casi 150 años que demoró su construcción. “Varias veces estos cambios fueron violentos y equivocados a causa de los daños causados por terremotos y la evolución del arte y la cultura hasta alcanzar finalmente la forma perfecta de la Iglesia que conocemos hoy en día, es por esto que San Francisco es una de las obras arquitectónicas de mayor importancia a nivel de América”.

ARTE DENTRO DE LA IGLESIA





Un dato curioso y que atrae a los visitantes es la movilidad que tiene la escultura de la Virgen de Quito mal denominada, “Virgen del Panecillo”, la cual habría sido una inquieta niña sobrina de Legarda.




Por Fabricio Ortiz

El arte extranjero se apodera de la plaza

                                                                                               Casha, artista de Texas E.E.U.U. Foto: Fabricio Ortiz 

Su arte es su vida. Así definen su pasión algunos artistas callejeros, personas que practican cualquier tipo de arte con la calle como escenario y la gente de a pie como público. Un denominador común de este tipo de artistas es su carácter ambulante: van de un sitio a otro, cambian de ciudad e incluso de país sin tener un lugar fijo. Sin embargo, la flautista estadounidense “Casha” manifestó que se siente en Quito Ecuador como en su casa.

Para Casha, artista callejero de la Plaza del Teatro, la economía es su principal problema, pues quisieran tener dinero para cigarrillos, para café... no sólo el mínimo para sobrevivir. Otros artistas callejeros han tenido más suerte. Por ejemplo, ella toca en un grupo de música de jazz clásico, los cuales se encuentran en Ambato haciendo música en cafés bar, “Me encanta la música y practicarla debajo de este majestuoso Teatro que es el Sucre es una experiencia satisfactoria en mi vida”.
   
Casha originaria de Texas – USA, afirman que con este tipo de vida se viaja mucho, se ven muchas cosas y se conoce mucha gente, “La vida es muy linda y muy difícil para todos. Mi vida es más o menos igual a la del resto de las personas”. Entre estos artistas prevalece una filosofía casi utópica, su arte puede llegar a cualquier tipo de público, a la gente de la calle.

Actualmente, la Plaza del Teatro es un espacio donde se oferta una variada agenda cultural de carácter popular. Tiene una gran capacidad de convocatoria a los programas al aire libre como el teatro callejero, los conciertos y presentaciones artísticas.
Por Fabricio Ortiz